| "La isla de los muertos" Arnold Bocklin. |
El enhiesto surtidor de sombra y sueño del que nos hablaba Gerardo Diego, es desde el mundo clásico una especie ligada al mundo funerario.
Sabemos que los griegos marcaban las casas con una rama de ciprés cuando fallecía un familiar en señal de duelo. Como no, la cultura helena nos proporciona mitos y leyendas relacionados con esta especie y nos habla de Cipariso, un amante del dios Apolo que tenía como mascota favorita un ciervo sagrado al cual mató por equivocación, tal fue su dolor que rogó a los dioses que le dejasen llorar su pena eternamente, por lo que éstos convirtieron a Cipariso en ciprés, el árbol de la tristeza.
En la cultura mediterránea era considerado como un árbol capaz de repeler hechizos malignos, por ello se usaba para cercar villas y caseríos. Para el filósofo Platón, el ciprés representaba la inmortalidad del alma, y para los romanos era el símbolo sagrado de Plutón, dios de los difuntos.
El cristianismo ve en el ciprés una importante carga simbólica que lo consolidará como la especie vegetal por excelencia del mundo funerario. Su verticalidad que da la impresión de unir cielo y tierra, su longevidad en alusión a la vida eterna… lo convertían en el candidato ideal para el puesto de escolta perpetuo del camposanto.
No sólo de piedra viven los cementerios, el mundo vegetal juega un papel fundamental en los jardines de almas, las flores, los árboles… ilustran y dan color a las ciudades de los muertos.
Empezábamos el artículo citando a Gerardo Diego y cerramos con otra cita literaria, en este caso de Gloria Fuertes que también dedicó unas líneas al ciprés. En su poema la gran literata hace alusión a una idea que desde TURYARTE queremos defender, visitar el cementerio como un lugar cargado de memoria tangible (escultura, arquitectura…) y no tangible (recuerdos, leyendas, símbolos), no debemos mirarlo con tristeza sino como un testimonio más de nuestra historia y por tanto, como una parte de nosotros.
El ciprés del cementerio, de Gloria Fuertes
Yo no soy triste,
es que estoy en un sitio
que nadie viene con tortilla.
Yo no soy triste,
es que todo el que viene aquí
parece como si le faltara algo.
Yo no soy triste
y sino que lo digan los pájaros
a ver
¿qué tienen otros árboles que no tenga yo?
Yo no soy triste,
lo que pasa es que todos me miráis con tristeza.
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