domingo, 27 de enero de 2013

EL CURIOSO JUICIO FINAL DE MIGUEL ÁNGEL



El Juicio Final de la Capilla Sixtina (1541)
No podía ser de otra forma, como grandes apasionados del arte debíamos dedicarle una entrada a uno de los artistas que más nos ha transmitido con sus obras, el gran genio del renacimiento italiano, Michelangelo Buonarroti.
En esta entrada nos referiremos al Miguel Ángel que más nos gusta, al que nos hizo llegar su visión del mundo, a través de su arte.
En una de sus obras más conocidas, el Juicio Final de la Capilla Sixtina, encontramos multitud de mensajes que nos indican cómo entendía el mundo este genio.
Nadie antes había representado el Juicio Final con tanta rotundidad como lo hizo Miguel Ángel, representando a un Cristo desafiante y de gesto rotundo, que divide la humanidad entre Salvados y Condenados.
Desde Santos hasta pecadores… Todos aparecían desnudos lo cual, dicen, indignó a la Curia Papal que mostró su descontento al artista quien cuentan que contestó “Yo represento el fin de la humanidad, y ustedes se preocupan de lo que van a llevar puesto”. A pesar de la respuesta tajante del maestro, el Vaticano no dudó en cubrir la desnudez de los protagonistas de la escena contratando para ello a un discípulo de Miguel Ángel, llamado Danielle Da Volterra, que pasó a la historia por este hecho, con el desafortunado mote de “Braghettone”, algo así como el pintacalzones.
Los libros de los Salvados y los Condenados
Otros detalles nos llaman la atención de la obra, como los ángeles que sostienen los libros con los nombres de Los Salvados y Los Condenados. Si nos fijamos, el libro que se dirige al infierno es considerablemente mayor, que el que comprende los nombres de los Salvados. Se conoce, que la humanidad algo estaba haciendo mal ya en el siglo XVI.
Minos representado como Biaggio Cesana
Otro guiño que nos muestra el carácter orgulloso del artista lo encontramos en la representación del infierno. Aparece representado Minos, el rey del infierno, representado con orejas de asno y al cual una víbora le rodea el cuerpo, hasta aquí todo normal si no fuera porque los rasgos faciales de Minos, eran los de Biaggio de Cesana, maestro de ceremonias del papa Pablo III, quien había sido muy crítico con los desnudos del artista.
Se dice que Biaggio Cesana fue a pedir al Papa que retiraran su retrato del Infierno y Pablo III le contestó: "Querido hijo mío, si el pintor te hubiese puesto en el purgatorio, podría sacarte, pues hasta allí llega mi poder; pero estás en el infierno y me es imposible. Nulla est redemptio."

lunes, 21 de enero de 2013

EL CIPRÉS: ESCOLTA PERPETUO DEL CAMPOSANTO

"La isla de los muertos" Arnold Bocklin.
El enhiesto surtidor de sombra y sueño del que nos hablaba Gerardo Diego, es desde el mundo clásico una especie ligada al mundo funerario. 
Sabemos que los griegos marcaban las casas con una rama de ciprés cuando fallecía un familiar en señal de duelo. Como no, la cultura helena nos proporciona mitos y leyendas relacionados con esta especie y nos habla de Cipariso, un amante del dios Apolo que tenía como mascota favorita un ciervo sagrado al cual mató por equivocación, tal fue su dolor que rogó a los dioses que le dejasen llorar su pena eternamente, por lo que éstos convirtieron a Cipariso en ciprés, el árbol de la tristeza. 
En la cultura mediterránea era considerado como un árbol capaz de repeler hechizos malignos, por ello se usaba para cercar villas y caseríos. Para el filósofo Platón, el ciprés representaba la inmortalidad del alma, y para los romanos era el símbolo sagrado de Plutón, dios de los difuntos.
El cristianismo ve en el ciprés una importante carga simbólica que lo consolidará como la especie vegetal por excelencia del mundo funerario. Su verticalidad que da la impresión de unir cielo y tierra, su longevidad en alusión a la vida eterna… lo convertían en el candidato ideal para el puesto de escolta perpetuo del camposanto. 
No sólo de piedra viven los cementerios, el mundo vegetal juega un papel fundamental en los jardines de almas, las flores, los árboles… ilustran y dan color a las ciudades de los muertos.
Empezábamos el artículo citando a Gerardo Diego y cerramos con otra cita literaria, en este caso de Gloria Fuertes que también dedicó unas líneas al ciprés. En su poema la gran literata hace alusión a una idea que desde TURYARTE queremos defender, visitar el cementerio como un lugar cargado de memoria tangible (escultura, arquitectura…) y no tangible (recuerdos, leyendas, símbolos), no debemos mirarlo con tristeza sino como un testimonio más de nuestra historia y por tanto, como una parte de nosotros. 
El ciprés del cementerio, de Gloria Fuertes 
Yo no soy triste, 
es que estoy en un sitio que nadie viene con tortilla. 
Yo no soy triste,
 es que todo el que viene aquí parece como si le faltara algo. 
Yo no soy triste 
y sino que lo digan los pájaros 
a ver ¿qué tienen otros árboles que no tenga yo? 
Yo no soy triste, 
lo que pasa es que todos me miráis con tristeza.